Las obras socio pastorales y de promoción son las que – por carecer de una estructura que las encasille como a las educativas o sanitarias – ofrecen un campo de acción mucho más amplio. La presencia de las hermanas en los hogares es de la primera hora: En 1909 vienen de Italia para hacerse cargo de un Hogar de Niños y Niñas, el “Humberto 1º” en Villa Devoto; en 1922, en una casa alquilada y con nueve huérfanas comienzan la obra del hogar de niñas de Lincoln, luego será el hogar de varones, y el de Junín y los hogares de ancianos… Las hermanas están al servicio del más necesitado, pero no se quedan puertas adentro. Las misiones, los barrios, las parroquias, las misiones de verano, cuentan con ellas y personas preparadas por ellas, para evangelizar.
Los seminarios vieron pasar las hermanas asumiendo muchas veces la responsabilidad económica y la administración de servicios internos como cocina y lavadero. Las humildes tareas no impedían –tampoco hoy- que las hermanas se hicieran presentes a todas las necesidades de los jóvenes aspirantes al sacerdocio, y que encontraran tiempo para salir a evangelizar a barrios y pueblos vecinos. Esta misión se realizaba los fines de semana y en tiempo de verano.
Amparadas en el deseo de la Iglesia y del Instituto de salir a dar respuestas a las nuevas necesidades que se vienen planteando, surgen comunidades insertas en los barrios con un fin netamente pastoral. Si la obra es de auténtica promoción, siempre se termina atendiendo las necesidades sanitarias y de educación (formal o informal) de las que tiene necesidad toda persona para favorecer su sano y pleno desarrollo. Si no es una escuela propiamente dicha, serán centros de alfabetización, talleres, cursos; lo mismo en lo referente a la salud, serán primeros auxilios, vacunaciones, curaciones, inyecciones, control de presión, o atención de enfermos a domicilio para estos o parecidos menesteres. Son lugares que, generalmente favorecen la formación pastoral de líderes laicos muy válidos por ser del mismo lugar, conocedores de la gente, sus usos y costumbres. Estas personas resultaron casi siempre figuras colaboradoras con la tarea de las hermanas, y también importantes para la continuidad de la misma, cuando las hermanas debieron retirarse. Alguna de estas obras tiene un carácter casi individual, donde pocas personas le dieron vida y una o dos hermanas la mantuvieron. Esto no es en detrimento de su validez, sino, por las características de la obra o quizá una forma de hacer todo lo posible por el bien de los hermanos. Tal es el caso del trabajo en las cárceles. Si bien nunca fue una obra asumida como tal por una comunidad específica en la provincia, sí más de una comunidad ha tenido y tiene la posibilidad de acercarse a esta realidad. Aquí también podría mencionarse el trabajo con drogadictos, marginales, etc.